Las propiedades de la arcilla como agente terapéutico no han sido resueltas por completo, ya que de por si la composición química de la arcilla no basta para explicar sus excelentes resultados.
Entre las hipótesis que vendrían a esclarecer este punto una destaca entre las demás y es la que plantea que una arcilla viva esta “cargada” de iones negativos capaces tanto de eliminar toxinas corporales, como de intervenir en procesos de purificación del agua.
Se recomienda no considerar los tratamientos con arcilla como terapias excluyentes, es preciso valorar la adopción de todo tipo de medidas higiénicas y de apoyo para conseguir mejores resultados en la evolución de las patologías tratadas, desde una dieta equilibrada, una buena ventilación o el consumo de agua pura, son elementos sencillos y eficaces que no siempre acompañan nuestro acontecer cotidiano.
Desde los orígenes de la Medicina la arcilla ha sido utilizada como remedio para las más diversas dolencias. La arcilla ha constituido remedios curativos desde Hipócrates a Galeno, desde Avicena al momento actual.
Se ha usado la arcilla como agente antiséptico en aplicaciones sobre heridas, calmante del dolor y como antiinflamatorio local.
Los ungüentos se elaboran con arcilla virgen dejándola reposar en agua, posteriormente se elimina el agua y cualquier impureza que pudiera contener, tras ello se añade zumo de limón, incluso extractos de diversos remedios herbarios considerando la aplicación específica que se le quiera dar al tratamiento.
También se aplica la arcilla a modo de compresa mezclando la arcilla virgen con agua caliente hasta obtener una masa compacta que se envuelve en tela y se aplica sobre la zona a tratar, cubriéndose a su vez todo de forma que evitemos la dispersión del calor.