Tratamiento orbicular
Las arruguitas conocidas como “patas de gallo” son aquellas que se producen en el contorno de los ojos. Se caracterizan por ser finas y profundas, ya que el tejido orbicular es extremadamente sensible. La zona ocular es la más frágil y sensible de la cara, ya que su piel es débil y fina (entre 0,33 y 0, 36 mm, es decir, cuatro veces menos que la de la barbilla), y su escasa protección natural hace que se deshidrate más que el resto del rostro. Su red circulatoria y linfática posee asimismo características diferentes: aproximadamente un tercio de los vasos sanguíneos permanece inactivo, por lo que el aporte de oxígeno es menor que en otras zonas corporales, y los intercambios metabólicos se realizan muy lentamente. La lentitud de la circulación linfática explica en parte la aparición de bolsas por acumulación de líquidos, edema, etc. Las fibras elásticas y colágenas de la dermis son menos densas y se relajan más deprisa. En definitiva, se puede afirmar que los tejidos orbiculares se hallan especialmente expuestos al envejecimiento.
Los 22 pequeños músculos de la región ocular facilitan el parpadeo casi constante, pero no sirven de sostén a la piel, por lo que aumenta el riesgo de aparición de arrugas. Las glándulas sebáceas y sudoríparas, poco numerosas y modificadas, proporcionan una película hidrolipídica pobre en ácidos grasos y en agua. Como resultado, posee escasa protección natural y tendencia a la sequedad, lo que conlleva una piel que se arruga y pliega fácilmente. Todas estas características hacen del contorno de ojos una zona especialmente necesitada de cuidados. A partir de los 25 años, es necesario hidratar y proteger todos los días esta zona para retrasar la aparición de arrugas. Los cosméticos para la zona ocular deben reunir una serie de características: los principios activos no deben ir en altas concentraciones (la piel es muy fina, por lo que no está dificultada la penetración) y poseer pH neutro, similar al medio interno.
En resumen, el profesional de la fisioestética debe prestar especial atención a la piel que rodea los ojos, pues envejece muy rápidamente debido a su extrema fragilidad frente a las agresiones externas y a la intensa movilidad de los músculos. A pesar de que el principal tratamiento es el preventivo, también se puede mejorar el estado y la profundidad de las patas de gallo en aquellas personas que manifiestan ya el problema. Para ello, es aconsejable comenzar este tratamiento alrededor de los 25 años, puesto que los síntomas se inician a esta edad y se acentúan con el paso del tiempo. Los primeros síntomas aparecen alrededor de los 25 años y se acentúan con el paso del tiempo.