Autor: Gerardo Saceda Tomico. Fisioterapeuta pediátrico.
“La estructura gobierna la función” concluyó Andrew T.Still, padre de la medicina osteopática. Relacionando tal afirmación con nuestra intervención terapéutica debemos decir que para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo todas las piezas que lo componen deben estar colocadas en el lugar adecuado. Simetría, alineación y funcionalidad son conceptos que tienen que ver con el posicionamiento de nuestro cuerpo en el espacio y con la actividad motora que éste desempeña en él. El ser humano, dotado de inteligencia, tiene como objetivo sacar el mayor rendimiento a sus actividades con el menor gasto energético posible. Ayudándonos de la ciencia matemática, establecemos una relación directamente proporcional entre la dificultad de la actividad propuesta, el tiempo que empleamos en ella y el gasto energético necesario para su consecución.
Es difícil hacernos una idea de la cantidad de mecanismos que intervienen en el cuerpo humano desde que nuestro jefe de operaciones, el Sistema Nervioso Central, decide ejecutar un movimiento hasta que lo lleva a cabo. Su ejército, el sistema músculo-esquelético, dispone de soldados especializados que llevan a cabo funciones diferenciadas, unos estabilizan y los otros ejecutan. Por tanto, debemos de permanecer estables para conseguir un movimiento armónico y funcional.
Extrapolando esta teoría al ámbito que nos concierne, es decir, el educativo, nuestro principal objetivo como fisioterapeutas pediátricos es el de intervenir para que los niños que desarrollan su formación en nuestros centros de educativos y que en la mayoría de los casos tienen serias dificultades tanto motoras como cognitivas, ejecuten las actividades que tienen que ver con el proceso enseñanza-aprendizaje, en el menor tiempo posible y con el menor gasto energético. Esto es lo que conocemos como economía de esfuerzo. Trabajamos estabilizando su cuerpo para facilitarles experiencias motrices activas madurando, de ésta manera, su aprendizaje.
No conozco mejor forma de entender a nuestro hij@, alumn@, amig@ como intentar ponernos en su lugar. Qué complejo tiene que ser estar dentro de un cuerpo que no responde a lo que le solicitamos, unos ojos que no ven, una boca que no es capaz de verbalizar…Al igual que solicitamos a nuestros políticos la eliminación de barreras arquitectónicas en nuestra ciudad, intentemos nosotros mismos eliminar barreras a nuestros niños posicionándoles de una manera correcta, alineada y funcional, dotémoslos de sistemas de posicionamiento adecuados y personalizados a las características de ellos (sillas de ruedas, bipedestadores…), hagamos utilización de los productos ortésicos de los que disponemos en el mercado aconsejados por los profesionales que intervienen con el niño (médicos, fisioterapeutas, maestros..) para que su desarrollo músculo-esquelético sea el adecuado y el posicionamiento en la realización de sus actividades el correcto. Sólo cuando el niño sea autónomo en sus tareas y consiga las metas que se propone y le proponemos, entonces y sólo entonces, se disparará su nivel de autoestima, (que no es más que la valoración que hacemos de nosotros mismos) motivación y evolucionará en su aprendizaje.
Termino mi artículo citando a Polícleto, aquel maravilloso escultor de la Grecia Clásica, que estableció un canon de medida en la realización de sus obras, en la que cada parte de ella y a través de conceptos antes citados como simetría, alineación y proporción, debía de estar perfectamente integrada en el conjunto para dotar a éste de belleza, armonía y funcionalidad.
Nuestros antepasados griegos sentaros las bases de la cultura occidental actual. Hagamos caso a nuestros mayores.