La obesidad es una enfermedad crónica degenerativa, con características particulares desde el punto de vista fisiopatológico y con asociaciones mórbidas directas e indirectas evidentes, de ahí que, la Organización Mundial de la Salud (OMS), define a la obesidad y el sobrepeso como “una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud” (s/f). Así pues, Una forma simple de medir la obesidad es el índice de masa corporal (IMC), esto es el peso de una persona en kilogramos dividido por el cuadrado de la talla en metros (kg/m2), cuya determinación es sencilla y permite identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos, tanto a nivel individual como poblacional.
Por ello, el IMC proporciona la medida más útil para diagnosticar sobrepeso y obesidad en la población, pues es la misma para ambos sexos y para los adultos de todas las edades; sin embargo, hay que considerarla como un valor aproximado porque puede no corresponderse con el mismo porcentaje de grasa corporal en diferentes individuos. En el caso de la OMS, divide la obesidad en tres tipos en relación al Índice de Masa Corporal (IMC= Peso/ Talla²) : tipo I u obesidad grado 1, cuando el paciente tiene un IMC entre 30 a 34.9; Tipo II u obesidad grado 2 , con un IMC entre 35 a 39.9 y tipo III u obesidad extrema con un IMC mayor o igual a 40; mientras que presenta sobrepeso si tiene un IMC entre 25 a 29.9 Kg/m² y se puede hablar de normopeso si presenta un IMC entre 18.5 y 24.9 Kg/m².
De allí que, el sobrepeso y la obesidad producen un efecto nocivo en las articulaciones que soportan el peso corporal: raquis lumbo- sacro, coxofemoral o articulación de la cadera, rodillas y tobillos, ya que dichas articulaciones tienen una resistencia limite a las cargas a partir de la cual pueden lesionarse sobre todo si éstas cargas son constantes como en el obeso. Así mismo, factores metabólicos contribuyen a la alta prevalencia de patologías articulares en individuos obesos, pues el tejido adiposo es un órgano secretor activo que puede contribuir a la respuesta inflamatoria o a la patogénesis de enfermedades articulares degenerativas o inflamatorias.
Aunado a ello, el paciente obeso debido al déficit de ejercicio o actividad física presenta una disminución en la nutrición del músculo, lo que origina u ocasiona una hipotrofia muscular, acompañada de una baja resistencia y poca flexibilidad, sumado con las alteraciones de las estructuras periarticulares e intraarticulares acentúa la alteración biomecánica de dicho paciente.
Condición músculo- esquelética antes y después de la pérdida de peso
En diversos estudios sobre padecimientos músculo- esqueléticos se ha encontrado que existe una relación directa entre el dolor y la obesidad y que al reducir de peso corporal el dolor disminuye, siendo más notorio en los casos de dolor lumbar y de rodillas debido a la constante sobrecarga a la que se encontraban sometidas estas estructuras mientras que el paciente mantenía un sobrepeso u obesidad.
Por otro lado, en la facultad de medicina de la universidad de Laval en Quebec, realizaron un estudio en el cual querían comprobar la relación que existía entre la estabilidad postural y el peso corporal, el grupo de estudio estaba conformado por 59 sujetos de género masculino cuyo IMC se encontraba entre 17.5 y 63.8 Kg/m², los sujetos fueron evaluados con y sin visión, el estudio demostró que con visión el peso corporal era responsable del 52 % de la variación en el balance corporal y en la prueba sin visión el peso corporal arrojo una variación en la estabilidad del 54%, la conclusión a la que llegaron fue que la estabilidad corporal estaba fuertemente ligada al peso corporal y esto sugería que el peso corporal podía ser un factor de riesgo importante para una caída.
En otro estudio se evaluaron 48 pacientes antes y después (6-12 meses) de la pérdida de peso, dichos pacientes tenían entre 35 y 45 años y obesidad con un IMC superior a 51Kg/m² (obesidad extrema), antes de la pérdida de peso presentaban 100% complicaciones músculo- esqueléticas y articulares. En la evaluación final (6-12 meses después) habían perdido en promedio entre 25-50 kg y su IMC había disminuido por debajo de 40 Kg/m² y las complicaciones músculo-esqueléticas habían disminuido significativamente de la siguiente manera 90% dolor cervical, 83% dolor lumbar, 83 % dolor en extremidades inferiores y 92% las fibromialgías.
Osteoartritis ( OA)
Es una enfermedad que afecta a millones de personas en el mundo y que se caracteriza clínicamente por dolor articular al movimiento, generando como resultado discapacidad progresiva y disminución en la calidad de vida, se caracteriza por la degeneración, destrucción y potencialmente la pérdida del cartílago articular. Actualmente se considera que es una enfermedad compleja que resulta de un proceso de remodelación de los tejidos articulares que involucra a todos los tejidos articulares incluyendo al cartílago, el hueso, los meniscos, la sinovia, las estructuras capsulares, los tendones y los ligamentos.
La OA está asociada con múltiples factores de riesgo, de los más importantes son la edad, el traumatismo articular, la alteración de la biomecánica y la obesidad , este último es uno de los factores más notables para el inicio y la progresión de la OA debido a la carga mecánica junto a factores bioquímicos y sistémicos unidos al metabolismo alterado de los lípidos contribuye al desarrollo de esta enfermedad.
Osteoartritis y obesidad
El incremento en la carga mecánica es un componente esencial entre la obesidad y la OA de las articulaciones que soportan peso. En un estudio, encontraron que hasta 83% de las mujeres con OA de rodilla eran obesas comparadas con el 42% del grupo control, en otro estudio de casos y controles pareado de 675 sujetos, se determinó que en aquéllos con un índice de masa corporal (IMC) ≥30 kg/m², el riesgo de OA de rodillas fue de hasta 6.8 veces más que los controles con peso normal.
En estudios publicados recientemente una reducción de 2 o más unidades del IMC, sostenido durante un período de 10 años, se asocia con una reducción de más de 50% en el riesgo de desarrollar osteoartritis de rodilla. A parte, estudios llevados a cabo en 1500 pacientes, con edad promedio de 46.6 años y con un IMC de 42.4, reporta afectación Osteoarticular en el 39% de los sujetos de estudio. Otro reporte de investigación médica en mujeres adultas, mellizas, señala que, por cada Kg de incremento en el peso corporal, el riesgo de desarrollar osteoartritis se incrementa de un 9 a un 13%, la melliza con artropatía de la rodilla son generalmente de 3 a 5 kg más pesadas que su gemela sana.
Un estudio aleatorizado, controlado de 6 meses de duración, examina el efecto de la pérdida de peso en la mejoría clínica de los pacientes con osteoartritis. Se observó una importante mejoría en lo que se refiere a la capacidad de movimiento, reducción del dolor y reducción de la utilización de analgésicos, en asociación con la pérdida de peso.
En relación a la frecuencia de afección de las diferentes articulaciones, una investigación llevada a cabo desde el punto de vista clínico y radiológico en 25 pacientes con obesidad severa, reporta evidencia de osteoartritis en 22 de los pacientes, con afectación más frecuente en articulaciones de rodilla, luego de cadera, manos, pies, tobillos y sacroiliacas, encontrando además, que a nivel de raquis lumbosacro la afección es similar, en frecuencia por segmentos pero más grave a nivel de L4-L5.
En lo referente a la presencia de dolor por artropatía en el sujeto obeso, valorando 105 pacientes sometidos a reducción de peso en promedio de 45 Kg en un plazo de 22.5 meses el dolor articular valorado mediante el cuestionario de dolor de McGill, se presentó en 88% de los pacientes, antes de ser intervenidos. Las áreas involucradas fueron: la parte baja de la espalda (62%), la cadera (11%), las rodillas (57%), los tobillos (34%) y los pies (21%). Después de la pérdida de peso referida, el 89 % de los pacientes presentaron remisión completa del dolor en una o más articulaciones, así pues, el dolor originado por la OA mejora con la pérdida de peso pero retoma cuando el peso es recuperado.
Obesidad en niños y adolescentes
La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI, a nivel mundial y está afectando progresivamente a muchos países de bajos y medianos ingresos, sobre todo en el medio urbano, para el 2014, según las estimaciones unos 41 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso o eran obesos. Por otro lado, en relación a la medición del IMC en los niños, es necesario tener en cuenta la edad al definir el sobrepeso y la obesidad, de ahí que, la obesidad se puede clasificar de la siguiente manera: obeso de alto riesgo (IMC ≥ 95), sobrepeso de alto riesgo u obeso (IMC≥ Pc85), sobrepeso o en riesgo (IMC≥ 75 y < 95), no tiene sobrepeso (IMC< 85).
De ahí que, La obesidad infantil puede tener un efecto nocivo en el cuerpo de varias maneras, demasiado peso impone una sobrecarga excesiva en la placa de crecimiento, lo que puede llevar a una artritis precoz, un mayor riesgo de huesos fracturados y otras condiciones serias, como el deslizamiento de la epífisis capital femoral (ocurre cuando la cabeza del fémur, se desliza hacia posterior, produciendo una luxación por debilidad de la placa de crecimiento) y la enfermedad de Blount ( el excesivo peso sobre la placa de crecimiento origina un crecimiento irregular de la tibia, conocido también como “tibia vara o genu varum”. Por otra parte, en la universidad de Sao Paulo en Brasil realizaron un estudio para detectar alteraciones osteoarticulares en niños obesos, se encontró una asociación estadística entre obesidad y dolor lumbar, genu valgum, genu recurvatum y rigidez de cuádriceps.
Rol del fisioterapeuta ante un paciente con Obesidad
Las acciones del fisioterapeuta como integrante del área de la salud de están orientadas a la valoración, evaluación, prevención, promoción, habilitación y rehabilitación, con el propósito de diagnosticar, y cuantificar las deficiencias en las estructuras y funciones corporales, las limitaciones funcionales y las restricciones en la participación, producto de las alteraciones en los diferentes sistemas corporales que se relacionan con el movimiento corporal, con el fin de lograr la mayor independencia posible, mejorar la calidad de vida y contribuir con ello al desarrollo social. De allí que, el fisioterapeuta por medio de diversas técnicas funcionales es un complemento a la dieta y al ejercicio físico a la hora de combatir la obesidad, para la recuperación de las funciones de las estructuras involucradas en la perdida de la movilidad producto del aumento de peso.
Distintas técnicas empleadas en fisioterapia permiten al paciente con obesidad o sobrepeso mejorar estructuras corporales a su vez restaurar su autonomía mediante movimientos y posturas precisas que alivian la tensión de este, permitiéndole movilizar las articulaciones. Así pues, está claramente probado que los tratamientos fisioterapéuticos para personas que padecen obesidad permiten que vuelvan a poder hacer ejercicio físico, una pieza fundamental a la hora de luchar contra el trastorno, además que permite reducir grasas, así mismo, el fisioterapeuta puede jugar un papel importante en la promoción de la salud y hábitos de vida saludables reforzando el trabajo del resto del equipo multidisciplinario.
REFERENCIAS
https://es.slideshare.net/vincenzof28992/salud-y-rol-del-fisioterapeuta
https://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs311/es/
Díaz, Daniel, obesidad y su relación con las alteraciones osteoarticulares en el ser humano. Colegio mexicano de bariatrica. Mexico. 2009
Godínez, Sergio. Alteraciones musculoesqueléticas y obesidad. Revista de Endocrinología y nutrición vol.9, n°2 abril-2001.
https://www.medigraphic.com/pdfs/invdis/ir-2014/ir142b.pdf