AUTORA:
Cristina Torres Pascual.
Profesora de l´Escola Universitària de Fisioteràpia Garbí. Salt. Girona
RESUMEN
La fisioterapia es una disciplina que no sólo se basa en las aplicaciones de técnicas físicas sino que puede utilizar otras disciplinas para mejorar los resultados de los tratamientos. Uno de estos tratamientos puede ser la meditación.
La meditación puede definirse como el entrenamiento de la mente, a través de la cual se consiguen cambios neuroendocrinos positivos.
Los pacientes que presentan dolor, sobretodo crónico pueden beneficiarse con esta técnica ya que los cambios bioquímicos y eléctricos que se producen hacen que el dolor disminuya, proporciona sensación de bienestar y mejora la calidad del sueño.
Palabras claves: Meditación, dolor, mediadores.
Introducción
Algunas de las lesiones que tratamos en fisioterapia tienen como síntoma principal el dolor, que en muchas ocasiones se prolonga en el tiempo convirtiéndose en crónico. Este tipo de dolor se acompaña en la mayoría de ocasiones de estados depresivos, ansiedad, miedo e insomnio. Toda esta sintomatología a la vez que es generada por la presencia del dolor, aumenta todavía más a éste, creando un círculo vicioso.
Dos de los factores que hacen que el dolor cada vez se cronifique más, es el miedo y la ansiedad, mied p.e. a provocar situaciones que desencadenen el dolor, miedo a que el dolor sea causa de invalidez, etc y este miedo crea ansiedad.
El dolor tal como define la International Assotiation for the Study of Pain (IASP) es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con una lesión hística real o potencial o descrito en términos de dicho daño, localizado en el sistema límbico; de este sistema vamos a prestar especial atención a la amígdala ya que es donde reside el miedo y la ansiedad, factores que como hemos dicho anteriormente estimulan el dolor crónico.
Las emociones negativas se almacenan y estimulan el área pefrontal del hemisferio derecho, por el contrario las emociones positivas residen en el área prefrontal izquierda. El área prefrontal del HI tiene conexiones bidireccionales con la amígdala, de forma que cualquier cambio que se produzca en el córtex será percibido por ésta, y viceversa.
Cuando el dolor se mantiene en el tiempo llega a producir una situación de distrés alterando el funcionamiento del eje hipotálamo-hipofisario-adrenal (HPA). Al inicio del distrés se produce una gran demanda de adrenalina con lo que la dopamina se agota , provocando así agotamiento , depresión y desmotivación. En este momento el cortisol se acumula ya que no se utiliza para metabolizar adrenalina y empieza a lesionar tejidos, por otro lado la alteración del eje HPA hace que los niveles de endorfinas disminuyan por lo que el dolor se mantendrá o aumentará.
Discusión:
Diversa bibliografía nos habla de los cambios neuroendocrinos que se producen al meditar. Al centrar la mente provocamos un estrés fisiológico, que estimula el sistema simpático; la adrenalina liberada en este momento estimula al hipotálamo que produce cantidades fisiológicas de CRF+ activando a la hipófisis, ésta al ser activada produce POMC+ que se descompone en dos moléculas de ACTH+ para estimular las glándulas suprarrenales, lo que provoca la producción de cortisol y endorfinas. A partir de este momento, llegan simultáneamente cortisol y endorfinas a la amígdala para la liberación de CRF+ que estimula los núcleos rafe y a su vez, produce serotonina para regular a la amígdala y estimular al hipocampo, el cual liberará gaba y actuará sobre el hipotálamo. Además la liberación de serotonina favorece la secreción de encefalinas a nivel de los núcleos rafe. La amígdala que está hiperactivada con la presencia de dolor crónico es regulada por la activación del eje HPA como hemos visto anteriormente, pero además tienen una regulación directa desde el córtex izquierdo ya que al meditar se activa el área prefrontal del HI inhibiendo la hiperactividad de la amígdala.
Utilizando el SEPECT se ha podido visualizar diferencias en la actividad cerebral del meditador del no meditador. La actividad cerebral de los meditadores, tanto en situación basal como en meditación, es mayor en el área pre frontal izquierda.
La práctica habitual de meditación hace que el funcionamiento del eje Hipotálamo-hipofisario-adrenal esté funcionando en las mejores condiciones, con una mayor secreción de las hormonas del bienestar o mediadores del dolor como son las endorfinas, encefalinas y serotonina. Si comparamos las estructuras implicadas en la meditación y en el sistema de analgesia vemos que algunas son las mismas, de modo que se cree que, cuando estamos trabajando con meditación estamos incidiendo en el sistema de analgesia, por tanto sin dudas la meditación puede ser una buena herramienta para mejorar el control del dolor.
Además se normalizan los niveles de noradrenalina y dopamina con lo que desaparece el agotamiento y el estado depresivo, y al aumentar la serotonina se sintetiza más melatonina con lo que el insomnio disminuye.
Método:
Puede utilizarse para este propósito cualquier tipo de meditación, desde centrar la mente únicamente en la respiración como en visualizaciones de colores, objetos, formas o bien técnicas más profundas.
La pauta de meditación será en un inicio de 5 min, alargando progresivamente el tiempo de meditación no excediendo los 20 min.
Se aconseja realizar dos meditaciones al día, una por la mañana porque la mente está más tranquila y es más fácil meditar, y además porque los niveles de cortisol son más altos por la mañana, y otra al atardecer, para mejorar la calidad del sueño.
Los resultados se objetivaran aproximadamente a los 2-3 meses de la práctica.
Conclusiones:
Entrenar al paciente en la práctica de la meditación como herramienta terapéutica hará que pueda controlar el dolor y aquellos factores favorecedores de éste. Proporcionando además un autocontrol de sus emociones, y por tanto bienestar.
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